martes, 28 de julio de 2009

Matan obreros chinos a ejecutivo


Al parecer, el ejecutivo asesinado ganó 440 mil dólares el año pasado, mientras los obreros de la acerera apenas superan los 40 dólares mensuales


REFORMA.com Ángel Villarino / Corresponsal

Beijing, China (27 julio 2009).- Miles de obreros chinos se rebelaron el viernes contra los despidos masivos anunciados por una compañía privada que estaba a punto de convertirse en socio mayoritario de la planta acerera estatal en la que trabajan, situada en la provincia de Jilin (norte del país).

Los manifestantes protagonizaron enfrentamientos con la Policía, quemaron dos patrullas y golpearon hasta la muerte a un alto directivo de la empresa interesada, Chen Guojun.

Según confirmó este lunes la prensa oficial, la víctima era representante de la firma privada Jianlong Group, un gigante con sede en Beijing cuyos accionistas anunciaron en junio sus intenciones de hacerse socios mayoritarios de la estatal Tonghua, cuya planta en Jilin da trabajo a más de 50 mil personas.

"Chen desilusionó y provocó a los trabajadores diciéndoles que la mayoría de ellos iban a ser despedidos antes de tres días", aseguró un policía local al diario oficialista en inglés China Daily.

"La multitud se enfureció cuando Chen hizo saber que el número total de trabajadores se reduciría a 5 mil", agregó.

En el pasado, Jianlong Group controló la planta de Tonghua durante varios años, llevando a cabo fuertes recortes de personal en 2005. Meses más tarde, al cambiar los precios del acero, la compañía se deshizo de la instalación, una inversión que ahora pretende recuperar y que planea "sanear" con una importante reestructuración.

Los rumores, aparecidos en internet, hablaban de entre 3 mil y 20 mil nuevos despidos, cifras que amenazarían con colapsar la economía comarcal para muchas familias.

Con el paso de las horas, a la protesta fueron uniéndose familiares de los trabajadores y otros vecinos. Según organizaciones humanitarias en Hong Kong, en total habrían participado unas 30 mil personas en la revuelta, de las cuales más de 100 resultaron heridas.

Los manifestantes tomaron las calles y se enfrentaron con la Policía durante horas, impidiendo que las ambulancias retirasen el cuerpo amoratado de Chen Guojun, quien tras horas de agonía finalmente fue rescatado y recibió atención médica, pero falleció poco después de llegar al hospital.

Las quejas aparecidas en internet denunciaban también la desigualdad salarial dentro del conglomerado. Al parecer, el ejecutivo asesinado ganó 440 mil dólares el año pasado, mientras los obreros de la acerera apenas superan los 40 dólares mensuales.

La Policía abrió una investigación para identificar a los responsables del linchamiento, pero al mismo tiempo las autoridades locales se comprometieron a frenar, al menos por el momento, el plan de reestructuración y despidos del Jianlong Group.

"Hay que evitar que la situación se extienda", justificó un alto dirigente local, según la agencia oficial de noticias, Xinhua.

La provincia de Jilin se encuentra en una zona especialmente deprimida de China, en un antiguo cinturón de industrias estatales que están siendo gradualmente desmanteladas.

Los habitantes del área no ven los beneficios de las aperturas al mercado y el apabullante crecimiento económico que China ha tenido en los últimos 30 años, mientras aumentan los casos de especulación y corrupción entre funcionarios locales.

Aunque no existen cálculos oficiales, se estima que anualmente se producen varias decenas de miles de protestas violentas en China, relacionadas con las condiciones materiales y laborales de los ciudadanos, especialmente en las zonas rurales.

Este lunes mismo, la prensa de Hong Kong informaba de otro suceso similar ocurrido en la provincia de Zhejiang durante el fin de semana. Allí, otras 30 mil personas protestaron por la expropiación forzosa de unas salinas utilizadas por familias campesinas y donde ahora se planea construir un parque tecnológico.

Aunque la mayoría de las protestas acaban sin víctimas mortales, las organizaciones independientes admiten que el nivel de frustración, ya de por si alto, está creciendo a causa de la crisis financiera y el aumento del desempleo.

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