sábado, 11 de julio de 2009

Golpe de Estado en Honduras

El ex diplomático Otto Reich defiende en audiencia a los golpistas y se deslinda de la asonada

Desencadena polémica en Washington la crisis de gobierno en Honduras

El Congreso debe enviar el mensaje de que los golpes son inaceptables, señala un demócrata

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Aspecto de uno de los bloqueos de caminos en repudio al régimen de facto en Honduras, este viernes en las afueras de TegucigalpaFoto Ap
David Brooks
Corresponsal

Washington, 10 de julio. A pesar de la casi universal condena al golpe de Estado en Honduras –el gobierno de Barack Obama, los demás países del hemisferio americano, la Unión Europea, la Organización de Naciones Unidas y más–, a algunos en esta capital aún no les ha llegado el mensaje.

Un elenco de figuras muy conocidas en este pueblo, incluyendo a Otto Reich, Ileana Ros-Lehtinen, Dan Burton y hasta Lanny Davis, el ex abogado de la Casa Blanca de Bill Clinton, defiende a los golpistas (insisten en que no fue golpe) contra, pues, casi todo el mundo. Y lo hacen en nombre de la democracia, la libertad y, por supuesto, en nombre del pueblo de Honduras y del de Estados Unidos.

Lo que ocurre en Honduras podría ser visto un día como la cima del intento de Hugo Chávez [presidente de Venezuela] para minar la democracia en este hemisferio, o como una luz verde para la continua difusión del autoritarismo chavista bajo el disfraz de la democracia, advirtió este viernes Otto Reich, ex secretario de Estado adjunto para el Hemisferio Occidental durante el gobierno de George W. Bush, en una audiencia sobre Honduras en la cámara baja.

Puso en duda que lo sucedido constituya un golpe de Estado, e indicó más bien que la amenaza a la democracia era el presidente Manuel Zelaya y sus aliados, los países de la Alianza Bolivariana de las Américas (Alba). El cubanoestadunidense señaló que el Alba, inventado por [Fidel] Castro y financiado por Chávez tiene un “modus operandi consistente: subvertir los fundamentos del autogobierno, como elecciones libres y referéndum, para consolidar poder, concentrarlo en las manos del Ejecutivo, disminuir constantemente las libertades civiles y después cambiar las reglas y hasta las definiciones de la democracia para permanecer en el poder de manera indefinida por cualquier medio necesario, incluyendo la fuerza”.

Muchos creen, añadió, que la expulsión de Zelaya de su puesto no fue un ataque contra la democracia sino justo lo opuesto; “esas acciones rescataron la democracia al evitar que Zelaya estableciera el tipo de régimen de ‘socialismo del siglo XXI’ que se instaura en países de América Latina” bajo el Alba.

Para algunos observadores fue algo irónico que éste sea el segundo golpe que apoya Reich, el primero fue cuando era subsecretario adjunto de Estado y ofreció un apoyo implícito a la asonada contra Chávez en Venezuela. De hecho, después de ser acusado por el embajador venezolano ante la OEA de tener mano en este golpe, Reich publicó un artículo en el Miami Herald titulado Yo no orquesté el golpe en Honduras.

Varios legisladores republicanos hicieron eco hoy de estos argumentos, sobre todo en el tema de la amenaza del chavismo como justificación para rescatar Honduras. No fue un golpe militar. Si hay alguien culpable aquí fue el señor Zelaya, afirmó el representante Connie Mack, causando risas entre el público. Zelaya, continuó, fue quien distribuyó boletas “para un referéndum ilegal –boletas que tenían por todas ellas las huellas digitales de Hugo Chávez–”, y hasta sostuvo que fueron impresas en Venezuela.

Mack fue más allá y atacó al gobierno de Barack Obama: al llamar esto un golpe y por sus primeras declaraciones insistiendo en la restitución de Zelaya, el gobierno ahora está junto con los Chávez, Morales y Ortega, y no con el pueblo hondureño.

Por ello se atrevió a declarar: “yo creo que la Organización de Estados Americanos [OEA] es una organización peligrosa… (y le está) dando una oportunidad a Chávez de minar la democracia y la libertad”.

La noche de jueves varios de estos republicanos apoyaron una enmienda de ley impulsada por Ileana Ros-Lehtinen (quien ha estado abriendo puertas para una delegación independiente pero anti-Zelaya que se encuentra en Washington), que buscaba recortar 15 millones de dólares en la aportación estadunidense a la OEA y transferirlos al Fondo Nacional por la Democracia (NED, por sus siglas en inglés). Aunque fue derrotada por un voto en la Cámara, Ros-Lehtinen afirmó hoy que la enmienda era para enviar un mensaje a la OEA de que Estados Unidos no debería de pagar 60 por ciento de su presupuesto para una organización que “no hace nada por la democracia en el hemisferio occidental… nada para proteger elecciones libres”, o para denunciar a Cuba o apoyar a Colombia o condenar a Venezuela.

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Otto Reich, ex subsecretario de Estado para América Latina, en imagen de archivoFoto Notimex

Hondurólogos

En la audiencia de este viernes el famoso Dan Burton (coautor de la ley Helms-Burton contra Cuba) se sumó al coro de no fue un golpe militar, lo cual repitieron sus colegas, citando el artículo 239 de la Constitución de Honduras. Tantas veces citaron ese artículo los republicanos que el representante demócrata William Delahunt se burló: no sabía qué tantos colegas de este comité eran expertos en la Constitución hondureña, tal vez no me avisaron de esa clase.

Quizá la figura más sorprendente en esta audiencia fue Lanny Davis, abogado de la Casa Blanca durante presidencia de Bill Clinton, y uno de los encargados de defenderlo de los intentos para destituirlo supuestamente por violaciones a la ley a raíz del escándalo sexual de Monica Lewinsky, esfuerzo encabezado por varios legisladores que ahora son sus aliados.

Davis, quien ahora representa como cliente al Consejo Empresarial de América Latina, sección Honduras, argumentó que lo ocurrido se tiene que ver mediante las acciones ilegales de Zelaya, y aunque tal vez, viendo hacia atrás, la manera en que culminó la disputa con Zelaya fue un error, subrayó que tal como dicen Obama y Clinton en general, es hora de dejar de ver hacia atrás a la cuestión de la remoción de Zelaya, y ver hacia delante hacia una solución que protege la democracia hondureña. Insistió en que la comunidad empresarial hondureña no apoyó el golpe.

Un observador veterano de estos debates en Washington dijo a La Jornada que dentro de la lógica argumentada por Davis, su antiguo cliente, Bill Clinton, al ser acusado de violar la ley cuando era presidente, podría haber sido despertado por las autoridades una noche, puesto en un avión, y expulsado del país.

Varios legisladores demócratas estaban casi incrédulos ante los comentarios de sus colegas. Pero pocos expresaban apoyo a Zelaya. Nuestro hemisferio no puede tolerar lo que es esencialmente un golpe militar, afirmó Eliot Angel, presidente del subcomité sobre el Hemisferio Occidental de la Cámara, quien convocó esta audiencia. A la vez, criticó las iniciativas de Zelaya que generaron conflicto, y expresó su preocupación de la tendencia antidemocrática en el hemisferio por aquellos mandatarios que buscan prolongar indefinidamente sus periodos en el poder.

Otros demócratas insistieron en que fue un golpe. Un golpe es un golpe, es un golpe, afirmó la representante Barbara Lee. Es un algo militar, bromeó impaciente otro de sus colegas. William Delahunt afirmó que se trata de algo inconstitucional y que el Congreso de Estados Unidos tiene que enviar un mensaje afirmando que los golpes son inaceptables.

Pocos habrían pronosticado que la disputa aquí sobre la política de Estados Unidos hacia América Latina giraría en torno a un país llamado Honduras.

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